depresión posparto, mudanza y nuevo comienzo.


A raíz de que mi tío (y padrino) se enterase de que yo estoy mal el tomó un avión con su hijo y mi tía y se plantaron en la puerta de mi casa.
Llevaba yo cuatro años sin ver a mi tío, sin ver a mi familia. 
Y él, con pánico a los aviones se subió a uno solo para venir a verme.
Hablamos, reímos y lloramos.
Nos abrazamos como nunca, lo pasamos genial.
Tanto, que cuando se fueron fue como si algo nos faltase.
Y es que ni yo ni Erik estamos en una buena situación, con Laia las cosas no son demasíado fáciles, sumándole la depresión de ambos (si, ambos) mis tíos nos preguntaron por qué no nos íbamos a vivir a mi ciudad natal.
Nos ofreció casa, nos ofreció pagar los billetes de avión, prácticamente nos abrió la puerta a comenzar de nuevo en un lugar donde tenemos gente que nos apoya, ayuda y quiere.
Y le dijimos que lo pensaríamos.
Entonces hicieron a Erik una pregunta que nunca habría hecho yo, pues lo daba por hecho.
Le preguntaron "eres feliz?" Y el, entre lágrimas dijo "no" 
Y para mí fue como un golpe pues a veces te das cuenta que vivir con alguien no te convierte en experto de sus sentimientos.
Y ese fin de semana lo vi bien, feliz y relajado.
Le vi reírse a carcajadas, sonreír y disfrutar como hacía años que no hacía.
Cómo la última vez que estuvimos con mi familia.
Y ese mismo día que ellos tomaron el avión de regreso a la península, nosotros entre lágrimas, risas nerviosas y inseguridades tomamos la decisión de irnos de aquí.
La isla en la que he vivido mis últimos ocho años, un lugar hermoso, increíble y lleno de aventuras y tesoros (no hablo de material, si no sus lugares escondidos) 
Pero a veces, todo eso no basta, a veces necesitamos estar acompañados y apoyados.

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