El reloj no gira hacia atrás.

Desde hace unos años decidí dejar de vivir acorde a lo que esperaban de mi y empece a vivir tal y como a mi me hacía feliz.
Dejé de presionarme por ser perfecta, siempre el maquillaje perfecto, la ropa perfecta...
Quien me conoce sabe que esa no soy yo.
Quien me conoce sabe la forma en que brillan mis ojos cuando ven el mar, la brisa, el olor...
Muchas veces estuve triste en mi vida, muchas veces tengo esos malos momentos y aún tengo unos bajones impresionantes.
No sé cuando tendré el siguiente momento en el que me hundiré, me sentaré en el suelo y lloraré, gritaré y estaré al borde de un ataque de nervios.
Y no entiendo por que, nunca he entendido por que estoy tan jodidamente descontrolada emocionalmente.
Quizá es por que por dentro aún me siento triste, quizá por que nunca he hablado con nadie abiertamente de como me siento o por que aún se me llenan los ojos de lágrimas cuando recuerdo muchas cosas,
Pero alguna vez oí en una canción que nos vamos a morir, es un hecho y que en vez de vivir preocupados por ello, deberíamos ver la muerte como la mejor motivación para vivir.

Más de una vez he estado a punto de morir y más de una vez he pensado en suicidarme, no es un tabú.
Todo el mundo tiene sus malos momentos, no es un secreto que el ser humano es emocionalmente inestable en más de una ocasión.
Pero esos momentos son especialmente los que me han hecho sentir la vida de una forma diferente a como la conocía.
Esos momentos me han hecho amar la vida, enamorarme de todo.
Ver una calle y no ver una simple calle, ver los detalles de los balcones, lo años de las baldosas, el hermoso casco antiguo que aún se conserva.
Ver el baiben de las olas, oler el olor del mar y quedarme con las frescura que desprende en mi cabello.

Sentir las olas bailando alrededor de mi cuerpo, plantas una semilla y ver como dia a dia va creciendo y tomando forma hasta florecer, con sus caidas, sus plagas y aprendiendo con cada una de estas.
Las plantas son como las personas, nos golpean y seguimos de pie, luchando y luchando y quizá es la fortaleza que obtuve después de todo lo que he pasado pero sigo y voy a seguir en pie educando a mi hija para ser una guerrera, para defender sus valores, sus creencias y crecer en el respeto, la educación y sobre todo el amor por lo que la vida nos va.

La vida es maravillosa aunque a veces yo la tache de cabrona, pero solo el hecho de despertar cada día y abrir los ojos, oír la risa de mi hija me hace sentir la persona más afortunada del mundo.









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