Siempre he vivido oculta.
Con poca o nada de autoestima.
Cero amor propio.
Creyéndose siempre peor que todo el mundo.
Nunca llegue a imaginar que algo tan simple como la comida pudiera crearme este malestar conmigo misma.
Hace bien poco empecé a cuidar mi alimentación y mi cuerpo. Y me encantó.
Me sentí distinta. Con más ánimo, sentido del humor y energía.
Pero cuando volví a comer como antes me di cuenta del bajón que sufrí.
Cansada. Agotada e hinchada.
Incluso fatigada por tanto comer.
Hasta triste.
Hasta las ganas de hacer deporte perdí.
Hace poco comencé mi reto que todos conocéis y sólo puedo decir cosas buenas.
Sobre todo que mantiene mi intolerancia a ralla y me da esta energía y ganas de no parar nunca.
Voy a dar mucha guerra por aquí.

Comentarios

Entradas populares