A veces la gente puede resultar muy imbécil.

Hoy he tenido un día horrible desde que me he levantado, a gordita la semana pasada le ví otra vez un piojo y le puse de nuevo el tratamiendo además de ponerle arbol de té en el champú y detrás de las orejas por la mañana simpre antes de ir a la guardería, pero hoy al ir a clase la han revisado y me han dicho que no pueden dejarla entrar porque tiene una liendre y no sabe si está viva o muerta.
He pasado todo el fin de semana revisandola, entre el tratamiento, la liendrera todos los días para ver que no tuviese absolutamente nada.
Y nada, no tenía nada de nada, pero una liendre que no sabe si está viva o muerta es suficiente.
Salgo de la guardería y como siempre con el tiempo justo, trabajo en la otra punta de la ciudad y debo dejar a gordita a las 8.30 y llegar al trabajo a las 9.00 pero al decirme aquello la coordinadora de la guardería me rompió los planes.
Yo, que soy una persona que un pequeño cambio en la rutina le hace sentirse muy mal, tuve que llamar a mi jefe y explicar lo que había sucedido y que no podía dejar a gordita con nadie ya que no tengo con quien dejarla, el papa imperfecto trabaja de 8.30 a 11.00 y luego de 16.00 a 9.30 así que es difícil contar con él.
Mi jefe, después de preguntarme varias opciones como llevar a gordita al trabajo y demás acuerda conmigo de yo dejar a gordita con el papi imperfecto (cuando este saliese del trabajo) y yo ir directamente a mi trabajo para intentar al menos solucionar todo lo posible.
Paso toda la mañana con mucho estrés pensando en que va a suceder ahora mismo con mi trabajo ya que siempre he intentado ser muy seria y responsable en él, pero un cambio así no sé como afectará.
Cuando llego me encuentro que la señora está molesta (aunque ya me lo imaginaba, últimamente no se por que siempre lo está) y bueno, la verdad es que acabé incluso llorando por razones que por respeto y privacidad hacia ella no voy a decir.
Cuando salí del trabajo totalmente K.O. y desmoralizada pensé en ir al centro comercial, al menos allí podría despejarme y no pesar en nada. ¡no quería encerrarme en casa!.
Subo a la dichosa guagua, gordita en su silla de paseo y yo de pie a su lado.
Gordita empieza con una perreta descomunal, intenta salir del carro, grita, me muerde...
Quien tiene hijos sabe perfectamente como son sus perretas.
El caso es que la chica que estaba en el asiento más cercano cada vez ponía peor cara y yo cada vez sintiendome peor por que no es algo que yo pueda eleguir o controlar.
En un momento en que la guagua paró en un semáforo saqué a gordita de la silla de paseo y me senté en el asiento más cercano (junto a esta chica) en el asiento que daba al pasillo.
Era el que estaba libre.
Si si cara antes era horrible ahora...
Gordita seguía con perreta y la mujer se alejaba de ella como si tuviera la peste, cosa que me dolió enormemente.
¡Solo es un bebé!
Resoplaba, miraba a la calle, apretaba las manos en un bolso.
Yo cantaba, mecía a gordita y le daba su "mimi" (ella le puso ese nombre a la mantita que abraza para dormir), lo intenté de todas las maneras posibles pero gordita seguía con su perreta.
El chofer me miraba y sonreía, al menos alguien tenía una sonrisa tranquilizadora para mi, por que me sentía muy mal en ese momento.
Y entonces esa chica se levantó en el asiento con la guagua en marcha, yo pensé que iba a bajar pero aún así en vez de esperar a que la guagua parase me hizo levantarme el asiento con la niña en brazos para ella salir.
No dije nada, me levanté y me agarré como pude a la barra pero la chica no fué a la puerta de salida, se sentó dos asientos más atrás de donde estaba yo con una cara de enfado increible.
La verdad es que me dejó descolocada.
Creo que nunca antes me había sentido así.
Si mi día empezó mal, la tarde fué peor...
Sé que una perreta de un bebé puede ser muy molesta para algunas personas, oir a un bebé gritar patalear y gritar de nuevo...
Pero es sólo un bebé y aunque muchos padres queramos no es algo que podamos evitar, ¡ni controlar!
Hoy a sido un día horrible.
Me he sentido sola, humillada, machacada y menospreciada por muchísimas razones y la mayoría no he llegado (ni llegaré a contar).
Me quedé con ganas de decirle tres cosas pero preferí quedarme callada y atender a mi hija que creo que necesitaba más mi atención que esa...malcriada.
Un saludo, un beso y gracias por oir mis desahogos.

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